En el corazón del Callao, mirando hacia el Pacífico con sus robustos muros de piedra, se alza una joya arquitectónica que ha resistido terremotos, invasiones y el paso de los siglos: la Fortaleza del Real Felipe. Esta imponente construcción militar del siglo XVIII ha sido testigo de algunos de los momentos más decisivos de la historia del Perú. Hoy, se encamina hacia un nuevo hito: ser reconocida como Patrimonio Mundial de la Unesco en octubre de 2025.
Más que una fortaleza: un símbolo de identidad
Con más de 90 mil metros cuadrados de extensión, la Fortaleza del Real Felipe no solo fue construida para defender el puerto más importante del virreinato, sino que se convirtió en un símbolo de la resistencia, el poder y la transformación del país. Su diseño pentagonal, con bastiones como los torreones del Rey y la Reina, muestra la sofisticación de la arquitectura militar de la época colonial.
Estas estructuras, pensadas para repeler ataques por mar y tierra, fueron construidas después del devastador terremoto y tsunami de 1746, que obligaron a replantear toda la seguridad del puerto chalaco.
La Fortaleza del Real Felipe representa uno de los ejemplos más destacados de arquitectura militar en América Latina. Su estado de conservación y la autenticidad de sus elementos lo colocan a la altura de otras fortalezas reconocidas por la Unesco, como San Juan de Puerto Rico o Cartagena de Indias.
Escenario de luchas que definieron la nación
Más allá de su valor arquitectónico, la Fortaleza del Real Felipe ha sido protagonista de capítulos históricos fundamentales. Fue el último bastión del dominio español en Sudamérica, resistiendo incluso después de la proclamación de la independencia. En su interior, se refugiaron tropas realistas que enfrentaron el asedio patriota hasta capitular en 1826. Este episodio marcó el cierre definitivo del periodo colonial en la historia del Perú.

Durante el Combate del 2 de mayo de 1866, el Real Felipe volvió a ser pieza clave frente a la armada española. También tuvo un rol estratégico en la Guerra con Chile y, ya en el siglo XX, se transformó en aduana, cuartel y escuela militar.
Un museo vivo al servicio del país
Hoy, la Fortaleza del Real Felipe alberga el Museo del Ejército del Perú, una institución dedicada a conservar y divulgar la historia militar desde el virreinato hasta los conflictos modernos. Los visitantes pueden recorrer sus pasillos, admirar su arquitectura original y conocer más sobre los eventos que moldearon la historia del Perú.
Entre sus principales atractivos están el cambio de guardia y el disparo del cañón Vavasseur, que se ofrecen los fines de semana. Estas actividades, junto con su ubicación estratégica cerca del Callao Monumental y Chucuito, lo convierten en una pieza clave del turismo cultural en el Callao.
Además de su propuesta museográfica, la Fortaleza del Real Felipe se ha convertido en un escenario vivo para actividades educativas, talleres y eventos culturales que conectan pasado y presente. Su capacidad para inspirar nuevas generaciones, fomentar el orgullo local y enriquecer la experiencia turística la posicionan como un espacio esencial para quienes buscan explorar la identidad del Callao desde sus raíces más profundas.
Un futuro con proyección internacional
El proceso para ser incluido en la lista de Patrimonio Mundial de la Unesco ya ha comenzado. Impulsado por el Ministerio de Cultura y colectivos ciudadanos del Callao, la postulación de la Fortaleza del Real Felipe busca colocar a esta joya patrimonial en el mapa internacional.
De lograrlo, el reconocimiento traería consigo múltiples beneficios: desde garantizar su preservación hasta dinamizar la economía local mediante el turismo cultural en el Callao. Nuevas oportunidades para emprendedores, guías turísticos y artesanos podrían florecer alrededor de este ícono histórico.
La Fortaleza del Real Felipe no es solo un monumento. Es una memoria viva de la historia del Perú, una muestra de ingenio, coraje y continuidad. Su posible nombramiento como Patrimonio Mundial de la Unesco es también una invitación a redescubrir lo nuestro, a protegerlo y a compartirlo con el mundo.