Cómo la fibra de vicuña impulsa el desarrollo artesanal en comunidades altoandinas

En lo alto de los Andes peruanos, donde el viento arrastra siglos de historia y las montañas guardan secretos ancestrales, manos expertas hilan una de las fibras más finas y valiosas del mundo. La fibra de vicuña, conocida como el “oro andino”, no solo representa lujo y elegancia; es también símbolo de sostenibilidad, identidad y resistencia cultural.

Esta visión se materializa en la feria De Nuestras Manos 2025, una exposición artesanal que se realiza en el Parque Kennedy de Miraflores hasta el 3 de agosto, con acceso libre para el público. Aquí, artesanos de Cusco, Ayacucho, Arequipa y Lima presentan piezas únicas elaboradas con fibra de vicuña: chalinas ligeras, mantas cálidas, sombreros de diseño y ponchos que cuentan historias sin palabras. Cada pieza es testimonio de un oficio transmitido entre generaciones y de una apuesta por un modelo económico justo y sostenible.

Una cadena que nace en la montaña

La fibra de vicuña no surge del azar. Su obtención es el resultado de un proceso tradicional, respetuoso y comunitario. Las vicuñas, animales silvestres protegidos por ley, son esquiladas solo una vez al año mediante el chaccu, una práctica ancestral que reúne a comunidades enteras en una ceremonia donde se honra al animal y se cuida su bienestar.

Este modelo de aprovechamiento sostenible no solo garantiza la conservación de la especie, sino que también fortalece a las comunidades altoandinas, que encuentran en la fibra una fuente de ingresos con alto valor agregado. En un país megadiverso como el Perú, este tipo de iniciativas demuestra que la conservación puede ir de la mano con el desarrollo económico.

La fibra que une tradición y modernidad

El trabajo artesanal con fibra de vicuña no es solo un oficio: es una forma de narrar el territorio. En la feria De Nuestras Manos, se pueden apreciar técnicas ancestrales aplicadas al diseño contemporáneo. Cada artesano pone en juego no solo su destreza manual, sino su historia, su cosmovisión y su capacidad creativa para transformar una materia prima natural en arte utilitario.

Margarita Zapana, Eulogio Sumire, Pilar Gavilán, René Jordán, Alejandrina Mercado y Sergio Palomino son algunos de los nombres detrás de las piezas exhibidas. Sus obras representan no solo a personas, sino a territorios enteros que hoy reclaman visibilidad y valoración. Lima, Cusco, Arequipa y Ayacucho no solo aportan geografía: aportan color, textura, memoria.

fibra de vicuña
De Nuestras Manos es una plataforma de visibilidad donde la fibra de vicuña se convierte en embajadora de un Perú que apuesta por la sostenibilidad.
Fuente: SERFOR

Diseño con identidad y mirada al futuro

Más allá del proceso artesanal, hay una apuesta clara por la innovación. El Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor) acompaña a los artesanos en el desarrollo de capacidades técnicas y comerciales. Desde el diseño de colecciones hasta los acabados y empaques, cada detalle busca resaltar el valor de la fibra de vicuña sin perder de vista su esencia cultural.

Este enfoque busca que las comunidades puedan acceder a mercados exigentes, sin tener que renunciar a sus métodos ni a su identidad. La calidad del producto va de la mano con una historia poderosa: la de pueblos que decidieron mirar al futuro sin dejar de caminar con sus raíces.

Más que una feria, una plataforma

De Nuestras Manos no es solo un evento de venta. Es una plataforma de visibilidad, una vitrina donde la fibra de vicuña se convierte en embajadora de un Perú que apuesta por la sostenibilidad con rostro humano. La presencia de los artesanos en esta feria les permite establecer alianzas, acceder a nuevos canales de comercialización y posicionar sus productos tanto a nivel nacional como internacional.

El evento, organizado por el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo (Mincetur), es también un recordatorio de que el arte tradicional puede tener lugar en las grandes ciudades, sin perder su autenticidad. La fibra de vicuña, muchas veces reservada a boutiques exclusivas, se presenta aquí como parte del patrimonio vivo del país.

Una fibra que narra lo que somos

En tiempos donde la sostenibilidad ha dejado de ser una opción para convertirse en un imperativo, la experiencia peruana con la fibra de vicuña se erige como un ejemplo potente. Es posible conservar una especie, dinamizar una economía local y preservar una identidad cultural a través de un solo hilo: uno que nace del lomo de la vicuña y se teje en los telares de los Andes.

El valor de esta fibra no está solo en su suavidad, ni en su rareza. Está en su historia, en la comunidad que la produce, en el saber que resiste y en la belleza que transmite. Desde los altos pastizales andinos hasta las vitrinas de Miraflores, la fibra de vicuña nos recuerda que el lujo verdadero no está en lo que se compra, sino en lo que se preserva.

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